«El día en que temo, Yo en Ti confío.»
Salmos 56:3
Hace ya unas semanas que iniciamos en casa el homeschooling con nuestros hijos, estamos acreditados a una escuela en el extranjero.
Esto es una oración contestada, pues desde hace casi dos años mi esposo y yo deseábamos hacer homeschooling y empezamos a orar de manera intermitente solo diciéndole a Dios que queríamos abrirnos a esa posibilidad.
Luego a inicios de la pandemia en donde nos vimos obligados a concluir el año escolar en casa con asistencia de las maestras, entendimos que hacer homeschooling era algo que necesitabamos como familia. Así empezamos a orar de manera ferviente a Dios ya que eso es una enorme responsabilidad.
Dios nos respondió haciendo todo viable para el proceso y la inversión económica a tiempo.
Así es que como padres ya tenemos un nuevo rol y es el de ser maestros con la responsabilidad de la educación de nuestros hijos en casa.
En la primera semana de homeschooling iniciaron mis temores en lo pedagógico y el no hacerlo bien.
Mi esposo y yo no somos maestros escolares, no tenemos la preparación para esto. Además tampoco nuestros hijos están preparados para este nuevo método de estudiar en casa bajo la supervisión de sus padres.
En el camino he visto que tratar de ser maestros y padres a la vez es una azaña de héroes. Ahora valoro con alta estima y a cada instante a las maestras que acompañaron a mis hijos en los tiempos pasados en sus colegios.
Hemos tenido aquí en la casa lágrimas, muchas, enojo y a la vez frustración por ver a nuestros hijos a veces tristes por no entender alguna lección y a nosotros los padres por no saber enseñar de manera «pro» como un maestro estudiado.
Temo muchas veces creer que mis hijos tal vez no aprendan de manera adecuada.
Temo tener hijos frustrados por no recibir una enseñanza con paciencia.
Temo que mis hijos me rechacen por haber sido una madre que intentó ser maestra sin saber hacerlo y de manera drástica.
Aunque sé que los temores son parte de los inicios, también sé que mi esposo y yo no estamos solos, tenemos a Dios en nuestras vidas y Él es mayor que mis temores.
«El día en que temo, Yo en Ti confío.» Salmos 56:3.
Esas palabras del salmista la atesoramos en nuestros corazones.
Solo confíamos y en nuestros corazones clamamos constantemente para que Dios nos ayude.
Y ciertamente vemos cada día como Él va trabajando en nuestras vidas el fruto de la paciencia. A la vez va ayudando a nuestros hijos a acostumbrarse al nuevo método y a ser más intencionales en cooperar.
El confiar en Dios es vivir el día a día esperando Su providencia aún cuando nos inundan los temores.
Así es que toda esa ansiedad que provoca el no estar en control de las cosas desaparece cuando confiamos en Dios.
Dios nos sostiene para que demos pasos de fe que darán gloria a Su Nombre.
El ha puesto gracia en mi esposo para que enseñe las clases de homeschooling a nuestros hijos y es increíble la obra de Dios en él. Yo voy aprendiendo con su ejemplo a cómo hacerlo. Y esto es algo por lo que doy gracias a diario.
Si estás pasando por situaciones educando en casa no pierdas tus esperanzas de hacer un buen trabajo, deposita en Dios tu confianza y ya no serán temores sino que será agradecimiento constante por ver sus obras día a día.
En Cristo,
Yicell