Por la Biblia nos damos cuenta, aparte de estas definiciones, que la amargura es un pecado y como todos los demás se debe evitar. Es un sentimiento maligno muy dañino que nace en lo más profundo de nuestros corazones.
También en la carta a los Hebreos Capítulo 12:15 leemos, «Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.»
Podemos entender que la amargura es contagiosa y venenosa, puede enredar y arrastrar hasta el fin muchas vidas. Una persona con amargura, expide veneno, perfora y atraviesa a otros con sus palabras y actuaciones, deja un sabor amargo en su ambiente.
Las razones por las que una persona tenga amargura pueden ser muchas; puede brotar del corazón automáticamente como resultado de una ofensa, un mal trato, un hecho difícil, vergonzoso o injusto, o envidia.
Otras causas pudieran ser situaciones con esposos egoístas y machistas, jefes que insultan y maltratan con palabras, o compañeros de trabajos aplastantes y demasiados competentes, temas en nuestras familias de origen que aún no han sido resueltos y nos persiguen, Etc.
La persona amargada se conoce por su forma de hablar, de comportarse, en la forma que trata a los demás. El hogar de la persona amargada se torna obscuro y frío. También puede perder muchas amistades. La persona amargada no es feliz. Le hace falta PERDONAR, siendo esto el principal cultivo de la amargura.
Un corazón que no esté dispuesto a perdonar, ni siquiera hacer el intento, lo convierte en tierra fértil para que la amargura eche allí sus raíces.
La persona amargada es una persona que se siente herida e impotente ante su situación. Es una persona que necesita a Jesucristo y a los frutos del Espíritu en su vida.
¿Te sientes amargada?
Lo primero para ser libre de este pecado, es reconocerlo como tal, pecado. Es necesario que acudas a Dios en arrepentimiento y en busca de Su perdón, confesandole tus heridas y el por qué de tu resentimiento. Debes pemitir que Él entre a tu corazón, sane esas heridas y seas restaurada.También debes perdonar a aquellos que te hirieron, si estás amargada es porque te ha costado perdonar. En oración es importante que le hables a Dios sobre eso, ya que también como hijas de Dios debemos orar por los que nos hacen daño.
Recuerda, Dios es más grande que tú herida y dolor. Déjalo todo en Sus manos.
En Cristo,
Gracias les doy compartir esta enseñanza, que me es útil para compartir con mis hermanos de mi congregación Dios les bendiga grandemente hoy y siempre amén
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Saludos. Gracias por escribir en el blog. Que bueno que ha sido útil para ti esta enseñanza. Saludos a tu grupo. Bendiciones.
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