Catalina Von Bora Lutero, nació el 1499, fue una mujer fuerte y valiente que consideraba el Evangelio de Cristo como el mayor de los tesoros.
Catalina creció desde muy niña en la vida religiosa católica. A la edad de cinco años fue enviada a vivir en un convento debido a la muerte de su madre. A los diez años la mandaron al monasterio de Nimbschen, donde vivía su tía Magdalena Von Bora.
A los dieciséis hizo los votos y se convirtió en monja del citado monasterio. Concretamente pudo aprender a leer y escribir, a diferencia de tantos contemporáneos suyos (especialmente mujeres), que jamás tuvieron esa oportunidad.
Llamada por Dios.-
A los veinticuatro años las doctrinas de la Reforma llegaron a ella, y se convirtió al verdadero evangelio de Jesucristo, abandonando el Catolicismo.Al abrazar las nuevas doctrinas y creencias, Catalina sabía que tendría que dejar el monasterio. Ya no podía seguir viviendo una vida dedicada a una religión falsa. Un 6 de abril, huyó del convento con otras once monjas. Aquello era un atrevimiento extraordinariamente peligroso, tanto para las mujeres que escapaban como para todos aquellos que las ayudasen, dado que en aquellos tiempos la renuncia a los votos religiosos y la huida del convento eran delitos castigados con pena de muerte.
Pero el amor de Catalina por Cristo era más fuerte que su miedo a morir así que, con todo su coraje, se atrevió a escapar. Las monjas que se fugaron fueron al territorio reformado y eran rápidamente colocadas dentro de familias o se casaban, puesto que en aquella época y sociedad no había lugar para las mujeres solteras.
Una esposa a su servicio!
Catalina fue la última de las ex monjas en encontrar un hogar. Martín Lutero se había hecho cargo de aquel caso y había ido encontrando hogares para todas las monjas fugitivas. Sólo le quedaba Catalina. Él intentó casarse con ella dos veces, pero fracasó en ambas. La primera por el lógico temor a asociarse con una ex monja, y la segunda por la falta de interés de Catalina.Finalmente, fue la misma Catalina la que sugirió que el Dr. Lutero podría ser un marido potencial para ella.
Entonces se casaron, Lutero dejó bien claro que no se casaba con Catalina porque la amase, sino más bien porque intentaba dar un ejemplo y sentar un precedente, dado que tanto él como otros reformadores habían alzado enérgicamente sus voces contra el celibato del clero y la baja consideración del matrimonio en la Iglesia Católica Romana.
Cuando Catalina supo que verdaderamente iban a casarse, reflexionó y oró:
“A partir de ahora ya no seré nunca más Catalina, la monja fugada; seré la esposa del gran doctor Lutero, y todo lo que haga o diga será un reflejo de él. Pero esto debe ser lo que Dios quería para mí o nunca habría impulsado al doctor a pedirme en matrimonio. Es como una tarea de Dios para mí. Señor, mantenme humilde. Ayúdame a ser una buena esposa para tu siervo el doctor Lutero. Y quizá, amado Padre, puedas también arreglarlo para concederme un poco de amor y felicidad”.
Dios escuchó y contestó la oración de Catalina. El Señor los bendijo con un matrimonio lleno de amor y ternura. Lutero llegó a amar profundamente a Catalina y estaba convencido de que Dios les había dado el uno al otro. Su gran cariño por su esposa es evidente al leer sus escritos, especialmente los que tratan de la familia y el matrimonio.
Martín le tenía nombres a su esposa para llamar a su adorada esposa, como “Amada”, “Mi amor verdadero” y con frecuencia “Mi encantadora Cate”.
En una ocasión Martín dio testimonio “No hay compañía, comunión ni relación mejor ni más encantadora, amigable y amorosa que la de un buen matrimonio.” Más allá de su extraordinaria historia de amor, el mayor legado de Katharina fue la fortaleza de su fidelidad marital y el ejemplo piadoso para la iglesia.
Catalina se dio cuenta, como hemos visto en sus oraciones y reflexiones, de que Dios le había dado un deber concreto en aquel matrimonio. Para permitir que Lutero tuviera la capacidad y el tiempo para concentrarse en su trabajo para el Señor, Catalina llevaba la casa con gran eficiencia y mantenía unos horarios increíbles.
Lutero la llamaba “el lucero de la mañana de Wittemburg” porque se levantaba a las 4 de la madrugada para empezar el día. Cocinaba, limpiaba y llevaba la granja. Ponía a su marido antes de sí misma porque, en última instancia, ponía a la iglesia de Cristo y a Su evangelio antes de sí misma.
Comprendía la importancia de lo que su marido estaba haciendo. Lo apoyaba y lo ayudaba en todo momento a tener su tiempo disponible para servir a Dios.
Un matrimonio ejemplar!Tenemos mucho que agradecerle a Catalina hoy. Ella y Lutero nos dieron un excelente ejemplo de cómo deben ser las familias pastorales.
Catalina también animaba a Lutero cuando éste se venía abajo. No es ningún secreto que Lutero era un hombre marcado que tenía que enfrentarse a mucha oposición, y el desánimo era algo normal en una situación así.
Martín y Catalina disfrutaron de un matrimonio feliz durante veinte años antes de que el doctor falleciera. Dios bendijo a la pareja con seis hijos, cuatro de los cuales llegaron a alcanzar la edad adulta. Más allá de su extraordinaria historia de amor, el mayor legado de Katharina fue la fortaleza de su fidelidad marital y el ejemplo piadoso para la iglesia.
Seis años después de la muerte de su marido, Catalina también fue llamada a la gloria en 1552.
En Cristo,
Yicell
Fuentes consultadas:
Foto: Imágenes de Google
Historias:
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado