
«En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti».
Salmo 119:11
En el salmo 119 podemos leer hermosas palabras dedicadas a las Escrituras. Letras realmente inspiradas desde un corazón que amaba lo que escribía.
Específicamente el versículo 11, nos dice mucho acerca del salmista, nos muestra qué tan valorada era la Palabra de Dios para él, dejándonos mucho en qué meditar.
Cuando nosotras guardamos algo especial, bueno y agradable en nuestros corazones, esto permanece por siempre, es como si cada día eso nos diera esperanza para vivir, convirtiéndose en algo que atesoramos.
Tal cual el salmista nos deja saber cuándo dice ‘en mi corazón…’! La palabra de Dios estaba en su corazón, allí ocupaba un lugar muy especial.
Es el lugar donde verdaderamente es necesario que ella permanezca en nosotras, es allí donde Dios desea que viva Su Palabra. Y no solamente que permanezca, sino que también sea ‘atesorada’ esa ‘palabra’, es decir, que las cosas escritas por nuestro gran Dios sean guardadas y meditadas día tras día.
Podemos entender que el salmista no solo leía esos dichos, esa Ley dada por el Señor, sino que también él guardaba cada cosa siendo para él siempre una Palabra bien recibida, provechosa, que alumbraba su caminar, y que le inspiraba.
Así debemos atesorar la Palabra de Dios, con deseos de cumplirla, de obedecerla de ser fiel a ella y amarla. El salmista tenía como motivo principal ‘no pecar’ al Dios de las Escrituras! Él deseaba alejarse del pecado, su propósito primordial era agradar a su Dios y no ofenderle con una vida pecaminosa. Cuánto podemos aprender de este versículo!
No hay otra forma de querer agradar a Dios sin guardar Su Palabra en nuestros corazones y mentes, esto es esencial. Dios nos está llamando a vivir Su Palabra diariamente, pero es necesario que la atesoremos en nuestros corazones, que ella sea el reflejo de una vida en Cristo, y que nuestro más grande propósito sea no pecar delante de nuestro Dios.
En Cristo,
Yicel
Preciosa palabras
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